sábado, 30 de agosto de 2008


Antes de florecer, el cáliz verde de la amapola es duro como la cáscara de una almendra.

Un día esta cáscara se abre. Tres trozos verdes caen al suelo. No es un hacha lo que la abre, simplemente una bola retorcida de pétalos finos como membranas y arrugados como trapos.







A medida que se van desarrugando, el color de los trapos cambia del rosa al escarlata más chillón que se puede encontrar en los campos.







Es como si la fuerza que abre el cáliz fuera la necesidad de este rojo de hacerse visible y de ser visto.
Una vez en Europa. Jonh Berger

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Nota en Diario Diagonales


por Lucía Zapata


publicada el sábado 25/10/08

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Fotos del Estreno Oct/2008 - tomadas por Leonardo Gauna


1 comentario:

Andrea dijo...

cada una de esas fotos es un momento de paz. Muy bellas